APEGO: PATRONES Y TRASTORNOS

 

La teoría del apego describe tres tipos de apego organizado y un patrón de apego desorganizado o desorientado. Los trastornos del apego (trastorno reactivo de la vinculación) se describen también (DSM-5; Asociación Americana de Psiquiatría, 2013) pero hay desacuerdo sobre la utilidad de las categorías diagnósticas y las alternativas que se han propuesto.

 

El apego organizado se refiere a estrategias para el comportamiento de uno mismo (y muestra de afecto) en relación con los demás que los niños se desarrollan en respuesta a la relación con sus cuidadores. Estos se clasifican como seguro, inseguro ambivalente e inseguro evitativo. El apego desorganizado se refiere al niño que no logra desarrollar estrategias coherentes o efectivas para lidiar con la ansiedad de separación, por lo general esto suele ocurrir cuando el cuidador es al mismo tiempo la fuente de confort y la causa de angustia o ansiedad, por ejemplo, en situaciones de maltrato infantil.

 

La teoría del apego — desarrollada inicialmente por John Bowlby desde áreas que antes estaban separadas y dispersas a nivel de conocimiento — es un cuerpo integrado de teoría y práctica que permite relacionar el comportamiento con representaciones internas de las relaciones, las experiencias de una generación y los cuidados que proporcionarán a la siguiente — es decir, los aspectos transgeneracionales de la paternidad.

 

La teoría del apego explica la relación entre el comportamiento observado de crianza, la calidad de las relaciones entre padres e hijos y el posterior funcionamiento social y emocional del niño. Los teóricos Apego Vínculo emocional perdurable que se caracteriza por una tendencia a buscar y mantender proximidad a una/s figura/s específicas, sobre todo bajo estrés. El apego puede ser:

 

• Organizado - Seguro - Inseguro/ambivalente - Inseguro/evitativo

• Desorganizado

 

Se han desarrollado métodos para obtener y evaluar los aspectos del mundo representacional interno del bebé, del niño y del adulto.

 

 

                                                           EVALUACIÓN

 

Un buen conocimiento de la teoría del apego permite a los clínicos evaluar los problemas emocionales y conductuales desde una perspectiva de relación. 

 

 

 

 

PROBLEMAS DE CONDUCTA 

 

La evaluación neuropsiquiátrica del niño y adolescente, es compleja, por el hecho de que algunas enfermedades neurológicas también pueden manifestar síntomas psiquiátricos y que las manifestaciones psicológicas y conductuales, a veces se presentan con diferentes síntomas, a menudo somáticos, como dolores de cabeza y migrañas resistentes, trastornos alimentarios (rechazo de alimentos, dieta selectiva, náuseas, vómitos) malestares gastrointestinales (dolor de estómago),  trastornos del sueño; Fracaso para lograr etapas de desarrollo en habilidades motoras (posición de arrastre, caminar); Trastornos del habla, problemas de control del esfínter (dificultad en el destete de los pañales, enuresis).

 

A menudo un niño (hasta la preadolescencia) utiliza el cuerpo para comunicar molestias psicológicas, por lo tanto los trastornos físicos deben ser considerados con atención, ya que pueden ser un indicador de sufrimiento psicoafectivo. Los trastornos físicos se expresan inconscientemente, el niño no es realmente consciente de ellos, y están destinados a acercar a los padres, haciéndolos más sensible y atento (a los ojos del niño).

 

Más tarde, durante la adolescencia, el malestar encuentra otras formas de expresión:

 

1. Modalidad "depresiva", con exclusión social, mala comunicación dentro de la familia, oposición a la familia, tendencia a aislarse a través de la música o la computadora, incapacidad para continuar sus estudios y encontrar posibles intereses alternativos (como los profesionales);

 

2. Modalidad "tóxica", con recurso al alcohol, cannabis y otras drogas;

 

3. Modalidad antisocial, con comportamientos agresivos en casa, contra objetos o seres queridos; Ladrones en casa y en otros lugares, mentiras, abuso de drogas, venta de drogas, comportamientos peligrosos para ellos y para otros;

 

4. Modalidad "mixta", con coexistencia de varios modos patológicos. 

Esto debe entenderse dentro del marco del desarrollo. A los seis meses es menos probable que un niño muestre timidez y miedo a los extraños que a los 12 meses. Un niño de tres años, es capaz de usar la información verbal del cuidador (p.ej., “Voy a salir un minuto, voy a volver pronto”) para tolerar una separación, mientras que uno de 15 meses es menos capaz.